Parecía que la U estaba destinada a perder la categoría, pero un doblete de Ramón Arias y un postrero gol de Junior Fernandes mantuvo a los azules en la máxima categoría. ¡Un alivio histórico!

El fútbol tiene muchos resultados impredecibles. Sorpresas a última hora. Celebraciones que terminan en llantos. Y así ocurrió con la Universidad de Chile, que a siete minutos de final caía por 2-0 ante Unión La Calera, pero que con una remontada épica, de tintes históricos, venció por 3-2 a los «cementeros» y zafó de cualquier riesgo de perder la categoría. 

Cristián Romero lo había marcado. Este era el juego más importante de la historia de la U, quizá para graficar el sentir azul, que de todas maneras inquietó a Alexis Martín en el inicio del encuentro. Nahuel Luján, el jugador que más intentó de los laicos, exigió al meta argentino a una tapada espectacular. 

El «Gato» ocasionó un penal, pero Benjamín Saravia rectificó la decisión inicial a instancias del VAR. Sebastián Sáez estrelló un remate en el travesaño cuando Cristóbal Campos no podía hacer nada para evitar la caída de su arco. Y así se fueron al descanso, sin goles.

Pero todo eso se modificó muy rápido en el complemento. Pedro Sánchez definió una rápida acción colectiva con un remate imposible para el meta de 22 años en los 47′. El balón se clavó en el ángulo y la U comenzó a transitar por la cornisa de la división de honor. 

Y por si faltaba algo, además del triunfo de Huachipato sobre Deportes Melipilla, «Sacha» puso el 2-0 a favor de los «cementeros» con un remate cruzado dentro del área cuando se jugaban los 77′. Ramón Arias descontó todo y le puso algo de esperanza al cuadro laico.

«Cachila» se erigió de hombre clave con un doblete que dejaba a la U en la zona de promoción. El zaguero central uruguayo definió de buena manera con un remate cruzado y decretó el empate. Pero faltaba el grito de desahogo.

Eso llegó gracias a Junior Fernandes. El atacante aprovechó una serie de rebotes y puso una conquista que significó lágrimas y un festejo que puede durar mucho. El final del partido llegó y los llantos de alegría y alivio se tomaron El Teniente de Rancagua. Una gesta que permite una celebración que, por qué no decirlo, puede ser muy larga. 

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