¿El Messi de hoy o el Maradona de 1986? Lo que dicen los números

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Lio está llevando a Argentina de la mano como hizo Diego en el Mundial de México.

Cuando aparece una gran figura en cualquier rubro, desde el arte al deporte, se dice habitualmente que tal excepcionalidad rompió el molde. En Brasil buscaron durante años un nuevo Pelé, pero los cracks que asomaron tuvieron siempre otras características.

Sin embargo, del molde argentino de Villa Fiorito de desde surgió Diego Maradona pareció que en Rosario salía un nuevo fenómeno, zurdo, talentoso, bajito como él. Hasta una vez hizo un gol muy parecido a la obra más famosa de Maradona.

Se trata, obviamente, de Lionel Messi, cuyo derrotero profesional terminó siendo, por múltiples razones, muy diferente al del otro 10. Sin embargo, cuando la carrera de Messi está ingresando en sus últimos años, las coincidencias reaparecen: Lio puede ser campeón mundial de una forma muy parecida a la de Diego, llevando de la mano a su equipo.

Argentina en 1986 era Maradona más tres o cuatro excelentes jugadores más varios esforzados atletas convencidos de un proyecto. Argentina en 2022 es Messi más tres o cuatro excelentes jugadores más varios esforzados atletas convencidos de un proyecto.

La mayor diferencia entre ambos es que Maradona fue campeón cuando tenía 25 años, en la plenitud de sus fuerzas, mientras que Messi puede levantar la Copa del Mundo a los 35, ya sin la velocidad y la resistencia de antes, aunque en verdad hubo momentos en Qatar en los que esto no se notó para nada.

Diego jugó siete partidos en México 1986, donde convirtió cinco goles y realizó cinco asistencias. En total participó en diez de los 14 goles de Argentina. Frente a Corea del Sur dio los pases de los tres goles para el 3-1 final: uno de cabeza, otro por centro de tiro libre y el último, un pase atrás luego de jugada personal.

Ante Italia hizo el único gol albiceleste (1-1). Contra Bulgaria (2-0), jugada personal y centro para otro gol. No participó del tanto de Pasculli ante Uruguay por los octavos de final (1-0). Contra Inglaterra, en los cuartos, marcó los dos goles argentinos (2-1), lo mismo que en la semifinal ante Bélgica (2-0).

En la final ante Alemania, hizo el pase del gol del triunfo (3-2), marcado por Burruchaga: una asistencia profunda desde la mitad de la cancha.

Treinta y seis años después, Messi es el capitán de su equipo, como lo era Maradona en aquel momento. En Qatar, el jugador del PSG lleva cinco goles y tres asistencias. Estuvo así en ocho de los 12 goles marcados por Argentina en los seis encuentros disputados hasta ahora.

En estos números aparece otra diferencia: tres de los goles del rosarino fueron marcados de penal. Argentina en 1986 no ejecutó ningún penal. En Qatar, Messi obtuvo el premio al mejor jugador del partido en cuatro ocasiones (ante México, Australia, Países Bajos y Croacia). Esa distinción no existía en el Mundial de 1986, pero de ser así Maradona hubiera sumado unas cuantas.

En la presente Copa del Mundo, así fue lo de Lio: frente a Arabia Saudita, un gol de penal; ante México, un gol y una asistencia; contra Polonia tuvo un penal y se lo atajaron; frente a Australia, por los octavos de final, un gol; con los Países Bajos, por los cuartos de final, un gol de penal y una asistencia (también convirtió su penal en la serie final mientras que en 1986 Argentina nunca definió por penales) y frente a Croacia, un gol de penal y una asistencia.

Tan parecidos, pero no idénticos, los dos siguen caminos paralelos. Si Argentina le gana a Francia el domingo a Messi le espera la foto con la copa, como el otro 10. Y un lugar para siempre en los altares futboleros argentinos, como el otro 10.

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