Los trasandino ganaban 2-0 y debieron ir al alargue donde ganaban 3-3 y finalmente se impusieron en los penales por 4 a 2 para devolver la misma gloria que Maradona conquistó en 1986.

Argentina conquista en Qatar su tercer Mundial de fútbol. 36 años después de la exhibición de Maradona en México, la albiceleste vuelve a lo más alto y lucirá a partir de ahora tres estrellas en su pecho.

El fútbol, como tantos otros deportes, es justo o injusto a partes iguales. Dependerá del cristal con el que se mire. Argentina se ha proclamado campeona del mundo, con más o menos justicia, y la copa del mundo ha sido levantada por un jugador que llevaba 35 años persiguiéndola, Leo Messi. Justicia plena para el 10 y fin a todos los debates sobre el mejor jugador de la historia.

El combinado sudamericano dirigido por Lionel Scaloni ha hecho explotar un país ya calentado por el verano austral gracias a una tanda de penales agónica ante Francia con el que concluía un partido que será ya igual de inolvidable o más que aquel del Monumental en 1978 o el del estadio azteca en 1986.

Desde que el árbitro Marciniak agitó hacia delante el brazo en el césped de Lusail, los jugadores de la albiceleste demostraron cómo deseaban esta copa. Amaban el balón, con la complacencia de los franceses, y suyas fueron las únicas ocasiones en el primer cuarto de hora.

El polaco Marciniak también pasará a la historia con su decisión en el minuto 20 de señalar el punto de penal. Ousmane Dembelé no vio el amago de centro de Di María —el arma secreta de Scaloni en la final— y le rozó con la mano y con su pierna al mismo tiempo. El fideo se desvaneció en el área y Messi guillotinó a los franceses desde los once metros. Su cuarto gol de penal en el torneo.

El capitán de la albiceleste rompía varios récords en este partido, como el del jugador que más partidos ha disputado en fases finales (26), pero lo que rompía para siempre es la puerta del corazón de todos sus compatriotas. 12 goles en Mundiales y acabar recogiendo el trofeo no permiten discusión, siendo e único en la historia en marcar en la fase de grupos, en octavos, en cuartos, en semifinal y en la final.

Desde el minuto 23 el marcador era favorable y con ese viento a favor tanto Messi como sus compañeros se sintieron todavía mejor. Se crecieron antes la presión que se autoimpone siempre la albiceleste. La jugada al contragolpe que materializó el segundo gol, obra de Di María en el 36’, fue una obra de arte.

Deschamps vio desde el banquillo que la final se le escapaba a la vigente campeona. Francia no encontraba su sitio y de ahí que tratara de agitar algo con los cambios de Thuram y Kolo Muani por Giroud y Dembelé antes del descanso (minuto 40). Algo había que hacer porque su equipo había conseguido un hito negativo, nunca antes una selección se había ido al descanso sin un solo remate al arco.

Este movimiento táctico junto el de retirar a Griezmann y Theo para dar entrada a Coman y Camavinga fueron cruciales para el desenlace de la final. Scaloni optó por retirar a Di María por Acuña y su equipo se vio desbordado en dos minutos por un tornado, un tornado llamado Mbappe.

El delantero francés convirtió un penal tan justo como innecesario de Otamendi en el 80’ y enmudeció al estadio con una volea de genio, que empataba el duelo en el minuto 81. El partido era otro y ahora la agonía que vivían los argentinos que poblaban las gradas se sentía desde el mismo obelisco de Buenos Aires. Los franceses se volcaron en la prórroga con hasta cuatro delanteros, Argentina se encomendaba a Messi.

Messi apareció, marcó un gol en el minuto 109. Un gol que apuntaba a ser decisivo en bases a las lágrimas de los aficionados volvió a resultar insuficiente cuando Mbappe hizo su tercer gol. Desde el punto de penal otra vez  se convirtió el delantero parisino en el jugador con más goles en la historia de las finales mundialistas (4).

El desenlace final estaba en la tanda de penales. Ahí comenzó tirando Francia, Mbappe mediante, y los propios franceses se inmolaron con los errores de Coman (atajó Martinez) y Tchouameni (afuera). Nadie falló en el otro bando y Argentina, 36 años después, vuelve a reinar en el fútbol mundial. Messi ya tiene su Mundial.

Para todos aquellos que piensen que el fútbol son 22 millonarios corriendo detrás de un balón, que no se acerquen a Buenos Aires, a Rosario o a tantas otras ciudades en el mundo en el que se pueda encontrar a un argentino. Sus lágrimas le convencerán de lo contrario.

3 (4) – Argentina: Emiliano Martínez; Molina (Montiel, m. 91), Romero, Otamendi, Tagliafico (Dybala, m. 120); De Paul (Paredes, m. 102), Enzo Fernández, Mac Allister (Pezzella, m. 116); Messi, Julián Álvarez (Lautaro, m. 102), Di María (Acuña, m. 64).

3 (2) – Francia: Lloris; Koundé, Varane (Konate, m. 113), Upamecano, Theo (Camavinga, m. 71); Tchouameni, Rabiot (Fofana, m. 86); Griezmann (Coman, m. 71); Dembele (Thuram, m. 41), Giroud (Kolo Mouani, m. 41), Mbappe.

Goles: 1-0, m. 23: Messi (p).  2-0, m. 35: Di María.  2-1, m. 80: Mbappe (p).  2-2, m. 81: Mbappe. 3-2, m. 109: Messi.  3-3, m. 118: Mbappe (p).

Penales: 0-1: Mbappe, gol. 1-1: Messi, gol.  1-1: Coman, para ‘Dibu’.  2-1: Dybala, gol.  2-1:  Tchouameni, fuera.  3-1: Paredes, gol.  3-2: Kolo Muani, gol.  4-2: Montiel, gol.

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