Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo

La Liga Sur fue un torneo de básquetbol de dimensión interregional que se realizó entre los años 1981 al 1987, donde participaron equipo desde Talcahuano hasta Castro. Una competencia que agrupó a distintos equipos de la zona sur del país.

Certamen semiprofesional que marcaría la antesala de los clubes ancuditanos a la Dimayor, de este modo, en sus distintas ediciones equipos como Seminario, Chilolac y Transmarchilay fueron parte de este torneo.

Con el motivo de tener una competencia continua, se dejó atrás el Provincias del Sur, torneo donde las selecciones de las ciudades jugaban, en este predecesor de la Liga Sur jugaba la Selección de Básquetbol de Concepción, Temuco, Osorno y Valdivia. Se disputaba de manera anual en cada sede diferente.

Para el organizador de la Liga Sur, Cecil Zúñiga, era un calendario muy acotado de actividad, “desde el punto de vista del desarrollo deportivo era muy limitado”, enfatizó.

Luis «Caco» Suárez, jugador de Chilolac, defendiendo / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo).

De este modo, se dio inicio al primer torneo de Liga Sur en 1981 con solamente 8 clubes, los cuales eran Sagrados Corazones (Concepción), Universidad Católica (Talcahuano), Unión Deportiva Española (Temuco), San José La Salle (Temuco), Universidad Austral (Valdivia), Salesiano (Valdivia), Sirio (Osorno) y Español (Osorno).

Una primera temporada donde brillaron jugadores de la talla de Carlos Iglesias, Abdiel Espedilla, Glen Fischer, Fernando Ziegele, entre otros.

Seminario: el primer ancuditano

El primer elenco de Ancud en ser parte del certamen fue el tradicional Seminario, la institución educativa siempre fue un punto de encuentro a nivel social como deportivo en la comunidad, siendo un club con gran actividad a nivel escolar como de la asociación. Sumado a que fue semillero de varios basquetbolistas destacados de la zona.

“Jugábamos con Wiberto «Pellico» Diaz, Carlos Iglesias, Raúl Moyano, y después puros de Ancud, todos trabajamos, a los únicos que se le pagaban eran los extranjeros”, recordó Luis Cubate, ex jugador de Seminario.

Una realidad común en esa época, en un básquetbol semiprofesional, donde muchos jugaban más por el amor a la naranja que otra cosa, de esta forma, tenían que compatibilizar sus trabajos junto a su actividad cestera.

Plantel Atlético Seminario (1983) / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

“Las recaudaciones, se llenaba por lo menos, se garantizaba pagarle a los extranjeros. La mayoría trabajaba. Ya aquí el que trabajaba afuera era “Pellico” Diaz, que viajaba todos los fines de semana. Ese es el único que viajaba, los otros todos eran de Ancud”, agregó Cubate.

Los partidos eran a gimnasio lleno, una muestra más de la pasión cestera de los ancuditanos en ese tiempo.

En esa primera y única temporada, Seminario rozó la clasificación a la fase final quedando tercero de su zona, ya que el primero y segundo clasificaban a un final four.

Lamentablemente para las aspiraciones del cuadro ancuditano la diferencia de gol no fue suficiente, puesto que tuvo un registro de ocho duelos ganados y seis derrotas al igual que Universidad de Concepción, sin embargo, estos tenían una diferencia de gol de 128, mientras que Atlético Seminario tuvo 50.

Eso fue el debut y despedida de Seminario, ya que por temas económicos no pudieron continuar en la competencia.

El clásico: Chilolac vs Transmarchilay

Desde la temporada de 1984 a 1987, los equipos que representarían a Ancud serían Chilolac y Transmarchilay, como indican los nombres estaban dirigidas por grandes empresas de la zona, la primera una lechería y la segunda una naviera, rubros importantes del sector.

Con estos las y los ancuditanos tuvieron que tomar un bando, así es como se creó el clásico ancuditano.

Plantel Transmarchilay (1986) / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

“La mitad de Ancud era simpatizante de Chilolac y la otra de Transmarchilay. Entonces cada club tenía su galería… fue como a mediados de la década del ochenta la efervescencia de la Liga Sur”, contó Antonio Barrientos, administrador de la página Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

Igualmente, Barrientos añadió que, “Chilolac a diferencia de Transmarchilay, se caracterizaba por tener más hinchas y adeptos de orígenes más humildes. En otras palabras, el Club Chilolac era del ‘pueblo’. Y las personas de mayores recursos se inclinaban por seguir a Transmarchilay”.

¿Cómo eran los clásicos?

Al igual como los fueron los Clásicos Estudiantiles de antaño, el Fiscal de Ancud se ordenaba con cada gradería ordenada por cada equipo. Eran partidos a muerte, pero con clara deportividad.

“El partido era a las ocho de la noche y la gente a las tres de la tarde haciendo cola todo el tiempo, en ese tiempo no había aforos, con escalera llena, pasillos llenos, el gimnasio tenía capacidad pa’ 2.200 y llegaba 2.500, como te digo, era a nivel nacional, había más convocatoria, eran otros tiempos igual», describió Germán Mienert, quien vistió las camisetas de Transmarchilay y Chilolac.

Plantel Chilolac (1986) / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

«Y los clásico acá era una cosa aparte. Como te digo, la gente hacia fila para ingresar al gimnasio, las entradas se agotaban el día lunes. Era diferente” cerró Mienert.

Incluso, hasta los taxistas apostaban en estos duelos, una imagen que se repetía siempre cuando estos equipos chocaban, una anécdota que contó el Hernán Low, quien estuvo en las filas de Transmarchilay en la temporada 1987.

En esa época donde mayormente el básquetbol era de un nivel semiprofesional, muchos de los jugadores convalidaban la actividad deportiva con trabajos, siendo los que generalmente se dedicaban por completo al básquet eran los refuerzos extranjeros y muy pocos nacionales.

“Aparte que Ancud es complicado porque estamos más lejos de las grandes ciudades, pero en ese tiempo, como te digo, todos trabajábamos. No había nadie que se dedicará cien por ciento al jugar básquetbol”, explicó Germán Mienert.

Carlos Lipski, entrenador de Chilolac, entregando instrucciones a sus dirigidos: Erwin Jimenez, Wilibaldo Lipski, Germán Mienert, Rubén Oyarzún y Daniel Sascó / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

Por eso era usual, que si un jugador era de Chilolac trabajaba para la empresa en cuestión, lo mismo pasó en el caso de Transmarchilay.

Etapas de precariedad, muchos más siendo equipos que se alejaban de las grandes ciudades. Una realidad después también se extrapolaría en la Dimayor.

El fin de la Liga Sur y los albores de Deportes Ancud

Lamentablemente para las aspiraciones ancuditanos nunca se logró coronar una campaña con algún título, los intentos de Seminario, Chilolac y Transmarchilay no dieron frutos, sin embargo, es fue solo un punto de toda está historia, pues marcó un precedente más del fanatismo de la ciudad por el básquetbol.

Igualmente, los equipos de las últimas temporadas sirvieron como base de lo que después sería Deportes Ancud en la campaña de 1987.

Rusell y Oyarzún, jugadores de Transmarchilay / Créditos: Básquetbol Ancuditano del Recuerdo.

“La liga en ese tiempo no es lo que es hoy día, en ese tiempo venían jugadores espectaculares, jugadores buenos. Después jugamos creo que dos campeonatos y la afición empezó a pedir más y apareció la Dimayor como el ente mayor”, señaló Heriberto «Pellico» Díaz, quien fuera presidente de Chilolac.

La irrupción de la Dimayor como una liga única hizo que otros torneos pierdan fuerza, sumado a que varios equipos migraron a esta competición.

Lo que si jugadores, hinchas y dirigentes no sabían que estaban ad portas de presenciar la era más gloriosa del básquetbol ancuditano con títulos que son recordados hasta el día de hoy.

Autores: Marco Oyarzún Navarro y Alén Norambuena.

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