A los 91 años se ha ido el mas grande coach del tenis, forjador de múltiples campeones y números uno del mundo.

Después de muchas semanas luchando, Nick Bollettieri nos ha dejado este pasado domingo 4 de diciembre a los 91 años de edad. Se va el que, para muchos, es el mejor entrenador de la historia del tenis, el hombre que construyó en Florida la primera gran Academia de la era moderna, el ‘Rey Midas’ de los banquillos. ¿Pero quién era realmente Nick Bollettieri? ¿Cómo era la persona que se escondía bajo esas gafas de sol? Pocos le concieron mejor que Gabriel Jaramillo, su mano derecha durante más de tres décadas. Con esta carta de despedida, Gabe se despide del hombre que le enseñó todo en el tenis.

CARTA DE DESPEDIDA DE GABE JARAMILLO A NICK BOLLETTIERI

Nick Bollettieri es más conocido por los 16 alumnos que ganaron Grand Slams y llegaron a ser números uno del mundo: Agassi, Sampras, Courier, Serena, Seles, Sharapova y muchos otros. Un hombre muy visionario que ayudó a popularizar el tenis. Primero, con las clases en grupo, apoyando a Arthur Ashe para llevar el tenis a los centros urbanos, asegurándose de que todo el mundo entendiera la importancia de hacer crecer la base y, finalmente, creando la primera academia, con internado, de alto rendimiento. También promovió entrenadores mejor pagados, lo que ayudó a que los jugadores universitarios vieran el tenis como una profesión.

Nick tenía las mismas características que sus campeones. Era arrogante, asertivo y con un aura magnética. Siempre se rodeó de gente adinerada que le ayudó con sus atletas e incluso le rescató en muchos divorcios. Tenía mala memoria para los nombres y llamaba a sus numerosas esposas ‘queridas’ para no equivocarse. A los alumnos varones los llamaban ‘amigos’ y a las atletas ‘queridas’. Se vestía con pantalones muy cortos, sin camiseta, y siempre llevaba loción bronceadora. Y no podemos olvidar sus dientes blanquísimos y sus gafas Oakley, que eran su firma. Pero, como a todo genio, diferente, simple y complejo, nadie le llamaba entrenador. Era simplemente Nick.

Con un admirable espíritu de sacrificio, siempre puso su trabajo y a sus alumnos por encima de todo, incluso de su familia. Un trabajador incansable que también disfrutaba de la vida al máximo. Tenía los amigos que da la fama y cumplía todas las fantasías que pocos pueden soñar. Conoció a primeros ministros, actores, actrices y cantantes, e incluso voló con los Ángeles Azules. Viajó por todo el mundo, su trabajo era su pasión. Él solía decir: «No he trabajado ni un solo día de mi vida«. Auque su frase más conocida era: «Es lo que yo digo y punto«. Pero el ladrido era más fuerte que la mordida, ya Nick tenía un gran corazón, siempre dispuesto a ayudar.

El que acaba con más juguetes es el ganador«. Eso apuntaba la placa detrás de su escritorio. Y los tenía todos: bonitas casas, coches de lujo, deportivos de todas las marcas y precios, barcos, pequeños y grandes, ropa, etc. Y todo era impecable, estaba obsesionado con el orden y la pulcritud.

A Nick le encantaba la competición, lo cual inculcaba a sus jóvenes promesas. Nunca olvidaré aquellas partidas de blackjack, dados, backgammon, lanzamiento de monedas y demás. Se celebraban en todas partes, aeropuertos, hoteles y campeonatos. Era una forma de medir hasta dónde estaban dispuestos a arriesgar, y era una forma de enseñar a los jóvenes jugadores a competir. Yo era el director del programa, llegaba a la academia a las 05:00 AM, pero Nick llegaba a las 04:30. A las 19:00 de la tarde, apagaba las luces y decía: «Gabe, es hora de ir a casa«. Jugábamos nueve hoyos de golf a mediodía los miércoles y dieciocho los sábados. Era casi una obligación. De esa forma siempre me vencía cuando contabilizábamos quién trabajaba mas horas.

Nick comprendió la importancia del mercadeo, empezando por hacer crecer su nombre y su imagen. En todos los Grand Slams buscaba la forma de que la gente le viera y le conociera. Por ejemplo, durante el Abierto de Francia, Bollettieri se sentaba en la fuente de los cuatro mosqueteros, por donde todo el mundo debe pasar. Luego, con un reflector solar, se bronceaba la cara; esto era diferente y llamaba la atención. Durante Wimbledon, en el partido entre Becker y Agassi, se sentó en el palco para entrenadores y familiares, justo en medio de ambos. En ese momento estaba entrenando a Boris; a Andre no le dirigía la palabra. La prensa se divirtió mucho con ese inesperado gesto. En el US Open ponía a dos de sus profesores a la salida del metro, y ellos decían a todo el que pasaba que Nick estaba unos metros más adelante, firmando autógrafos y haciéndose fotos. Su lema era el siguiente: «No hay mala prensa; mientras hablen de mí, estoy ganando«.

¿Qué hizo famoso a Nick? La Academia de Tenis Nick Bollettieri, ahora IMG. Un centro neurálgico del tenis. En los años 80 se convirtió en un semillero, precisamente como lo define el diccionario, un lugar que fomenta el crecimiento rápido y que se construyó desde la base. A partir de esta semilla que plantamos, muchas otras instituciones de alto rendimiento han surgido en los alrededores, haciendo de Florida uno de los destinos más conocidos para los campeones de tenis. Sigo refiriéndome a “nosotros” y “nuestra” porque ése fue uno de los secretos de Nick: nos dio un sentido de pertenencia y propiedad. Era nuestra academia, nuestro programa y nuestro jugador.

Nick era un gran líder y una fuerza motriz. También era un gran motivador, un ingrediente crucial para un entrenador. Tenía carisma, y los jugadores le querían, al igual que su leal personal. El lugar funcionaba como una familia; trabajábamos los fines de semana en su casa, donde tenía una pista de tierra batida, pero después del entrenamiento, el equipo se reunía para cocinar los más deliciosos filetes en la parrilla. Luego, sentados al aire libre alrededor de una mesa de madera gigante, durante la cena, todo el equipo, entrenadores y jugadores, se lo pasaban en grande contando chistes y hablando de tenis. Nuestro objetivo era hacer campeones, trabajábamos siete días a la semana, dieciséis horas al día, y estaba implícito que para lograr nuestros sueños y los de nuestros jugadores teníamos que mantener una cultura de trabajo duro, dedicación y eficiencia. Era su filosofía y su caballo de batalla.

Yo era el Director de la Academia, y Nick me dio libertad para innovar. Nadie tenía un contrato si trabajaba para nosotros. Estaban allí porque querían y les apasionaba. Todos trabajábamos junto a él para producir campeones y garantizar que todos nuestros estudiantes alcanzaran su máximo potencial.

Desde el principio, Nick inculcó una disciplina de campeones en toda la academia. Nuestra cultura vivía en comportamientos, valores y creencias compartidas. No teníamos reglas escritas, así que nuestras normas no necesitaban estar en papel. Sin embargo, estaban grabadas en nuestras almas y estaban impulsadas por la excelencia. Era nuestra mentalidad colectiva y la de toda la organización, desde los asistentes, los directores de oficina, los conductores, los entrenadores, los padres y los atletas. Era un semillero para hacer campeones, y todos lo sabían.

Caminábamos, hablábamos, nos vestíamos y trabajábamos como campeones. Era la norma y la expectativa de cada entrenador y cada estudiante. Reclutábamos y explorábamos a los mejores talentos de todo el mundo. Fomentábamos y exigíamos el trabajo duro, la disciplina y la creatividad constante. La base eran nuestras reglas no escritas, la confianza, las metas altas, la preparación y la diversión. Las poderosas historias que creábamos nos diferenciaban, algunas reales, otras imaginadas y otras que, con el tiempo, se convertían en mitos al ser contadas y recontadas. Esa fue la magia de la cultura que convirtió a Nick Bollettieri en una estrella. La cantidad de jugadores que trascendieron el tenis y salieron de The Nick Bollettieri Tennis Academy fue un sueño hecho realidad, y nadie repetirá esa hazaña.

Para los amantes del tenis, Nick pasará a la historia por sus innumerables contribuciones a este deporte y por sus famosos atletas que llenaban los estadios de alegría. Para los que tuvieron la suerte de estar a su lado, por el amor y la atención que siempre nos dio.

Hoy hemos perdido a un gigante. Nick Bollettieri es, sin duda, “The Goat”, El Más Grande de Todos los Tiempos.

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