El VI Naciones de Rugby vuelve con Francia favorita y el Mundial de fondo
Las alternativas a campeón son Irlanda, Gales o Inglaterra si consigue recuperarse, y en la previa los capitanes de los equipos participantes posaron con el trofeo.
No se puede discutir el VI Naciones. Es uno de los Monumentos del deporte mundial, que en cada edición pone en contacto lo mejor del presente con la más sagrada tradición del pasado. Cada jugador que forma en cada partido y escucha los coreados himnos y cánticos tradicionales de masas ahítas de carísima cerveza, que nunca han protagonizado incidente alguno, entra en una aristocracia que existe por tradición, pero que se conquista por méritos.
Unos méritos que, sin embargo, no todos pueden sumar. El VI Naciones muestra, cada año, el mejor rugby del mundo -a expensas de lo que puedan decir los Hemisferio Sur, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia y Argentina- pero un mundo, en realidad, demasiado pequeño. Los pregonados esfuerzos de World Rugby por «expandir el juego» chocan con la realidad. La expansión competitiva del rugby es tan parsiomoniosa como las eras geológicas. La última ‘novedad’ signficativa, el Campeonato del Mundo, data de hace ya 36 años. El Rugby Champioship del Hemisferio Sur, de hace 27 y si en el primero el elenco de participantes es casi fijo, en el segundo lo es tanto como en el VI Naciones, al que se incorporó definitivamente Francia en 1946, Italia en el 2000, y paremos de contar.
Se dirá que este estado de cosas ilustra la realidad competitiva del rugby y probablemente sea cierto, pero no lo es menos que si en las últimas ocho décadas, por no irnos más atrás, no se ha conseguido que el rugby se desarrolle de forma significativa más allá de las Home Nations -cuando todos los deportes lo han ido saliendo de sus ‘cunas’ en mayor o menor grado- es que la forma de enfocar este deporte tiene un problema. Japón, que en los últimos años sí ha progresado de forma significativa y ha llegado a acoger un Mundial, está en tierra de nadie. A Argentina le costó lo suyo ser aceptada… Asi, el rugby a veces recuerda a la Competición de las Casas de Hogwarts, con los mismos equipos enfrentándose eternamente -y ya sabemos el vínculo clásico del rugby con los elitistas ‘colleges’ ingleses-. O como los fastos aristocráticos. Brillantes, pero restringidos…
Pero sí. El VI Naciones es una cita ineludible, tanto para el aficionado al rugby como para aquel que quiere experimentar la magia del deporte y su tradición. Es tan brillante como siempre lo ha sido y ofrece mucha de la mejor calidad que se puede ver en un deporte lleno de justa mística y épica.
Este año el torneo del VI Naciones estará en parte condicionado por el Mundial. Y tanto en el Torneo como la Copa del Mundo la Francia de Fabien Galthie quiere ser protagonista. El año pasado ganaron el torneo tras 12 años de sequía y lo hicieron con Grand Slam. La herencia del ‘rugby champagne’ sigue siendo pesada, pero parecen haber encontrado otra fórmula equiparable. La bisagra Dupont-Ntamack ya ha demostrado de qué es capaz. En la ventana de otoño vencieron a Australia y Sudáfrica.
VI Naciones: De la seguridad de Francia a la incertidumbre inglesa
Inglaterra, siempre en primera línea, trata de evadirse de una inseguridad que les hizo, a un año de la Copa del Mundo, relevar en el banquillo a Eddie Jones por Steve Borthwick: perder ante Argentina y Sudáfrica (y empatar con Nueva Zelanda) en la ventana de otoño fue demasiado. Muy probablemente la referencia seguirá siendo Owen Farrell. Y no: aunque Inglaterra mire con ilusión el Mundial -subcampeonato inesperado en 2019- no es probable que este torneo sea solo un banco de pruebas.
Irlanda no gana desde 2019 y no olvida que nunca ha estado en semifinales de un Mundial, cuya nueva edición comenzará dentro de siete meses y podría ‘distraerles’, pero no olvidemos que estamos hablando del equipo número 1 del mundo, cuyas últimas referencias son victorias ante Sudáfrica, Fiji y Australia y conserva a Andy Farrell en el banquillo y a Jonathan Sexton en el ‘liderato’, con el apoyo de Josh van der Flier.
Gales, campeón en 2021, ha vuelto a llamar al entrenador de sus éxitos, Warren Gatland para ponerse al frente de un equipo veterano que en la ventana de otoño (¡Horror!) perdió contra Georgia, un Tier 2 -también ante Australia y Nueva Zelanda, aunque ganaron a Argentina-. Son, por tanto, una cierta incógnita con jugadores como Halfpenny o Win Jones capitaneados por Ken Owens.
Escocia lleva mucho tiempo anunciando un renacimiento que no acaba de llegar y ofreciendo breves destellos. Su ventana otoñal fue aceptable, con cortas derrotas ante Australia y Nueva Zelanda y amplio triunfo sobre Argentina pero, de nuevo, lo siguen teniendo todo por demostrar. Quizá la relación entre el entrenador, Gregor Townsend, y su estrella, Finn Russell, tenga mucho que decir.
Y finalmente, Italia podría afrontar este torneo con ánimo distinto al de anteriores temporadas. El año pasado ganaron su primer partido en muchísimas ediciones y en la ventana de noviembre vencieron 28-27 a Australia. Kieran Crowley en el banquillo ha hecho crecer a un equipo que cuenta con jugadores como Michele Lamaro, Ange Capuozzo o Pierre Bruno.
El espectáculo, pues, está garantizado. En el rugby no se puede especular ni ser conservador. Así que patada a seguir, y a disfrutar.