Atletismo: Se retiró Mo Farah quien paso de esclavo a ganar cuatro medallas de oro en Juegos Olímpicos

A sus 40 años, el nacido en Somalia, puso fin a su carrera como atleta profesional, recordado que fue esclavizado a los nueve años y correr le salvó la vida.

Este domingo, Mo Farah le puso fin a su carrera como atleta profesional tras conseguir el cuarto puesto en la Great North Run, la media maratón más importante del mundo, con un tiempo de 1:02:43. A sus 40 años, habiendo ganado cuatro medallas doradas en Juegos Olímpicos: 5 mil y 10 mil metros en Londres 2012 y Río 2016, finalmente se alejará de las pistas.

«Ha sido muy emotivo. Pasaron muchas cosas por mi mente. Todo lo que sé hacer es correr y eso es lo que me ha hecho feliz durante tantos años. Correr lo es todo para mí, correr es lo que me salvó», comentó en una entrevista con BBC. Y cuando lo dice, no miente. El ya exatleta británico tuvo que soportar una situación aberrante durante su infancia: fui víctima de la trata de personas y de la esclavitud desde sus nueve años.

Se lo conoce como Mo Farah, que es el diminutivo de Mohamed Muktar Jama Farah. Sin embargo, esa no es su verdadera identidad y así lo dio a conocer en un documental sobre su vida estrenado en 2022. El ganador de cuatro medallas doradas en Juegos Olímpicos nació el 23 de marzo de 1983 en Somalilandia, una república al norte de Somalia, en África, con el nombre de Hussein Abdi Kahin.

«La verdadera historia es que nací en Somalilandia, al norte de Somalia, como Hussein Abdi Kahin. Pese a lo dicho en el pasado, mis padres nunca vivieron en el Reino Unido. Cuando tenía 4 años, mi padre murió en la guerra civil y mi familia quedó dividida. Me separaron de mi madre y me trajeron ilegalmente al Reino Unido con el nombre de otro niño llamado Mohamed Farah. A menudo pienso en el otro Mohamed Farah, el niño al que ‘quité’ la plaza en aquel avión. Espero realmente que esté bien», reveló.

Con apenas nueve años, llegó a Gran Bretaña para tener una nueva familia, pero la realidad lo encontró con lo peor del ser humano. «Tenía los contactos de mis parientes, pero una vez llegamos a su casa en Hounslow, la señora me los quitó, los rompió delante de mí y los tiró a la basura. Entonces me di cuenta que estaba en problemas», contó. A partir de allí, fue obligado a realizar tareas de hogar y cuidar de otros niños. «Me decía que si alguna vez quería volver a ver mi familia, no diga nada. Yo a menudo me encerraba en el baño y lloraba», agregó.

Durante tres años, Mo Farah no tuvo permitido ir al colegio. Finalmente, a los 12, acudió al Feltham Community College, donde le contó su historia al docente de gimnasia, Alan Watkinson, quien movió cielo y tierra para conseguirle un nuevo hogar y una ciudadanía británica.

«Me lo guardé durante mucho tiempo, pero es difícil cuando estás cara a cara con tus hijos y a menudo me preguntan ‘papá, ¿cómo fue eso?’. Tienes siempre respuestas para todo, pero no la tienes para eso… Esa es la principal razón por la que estoy explicando mi historia. Quiero sentirme alguien normal y no como alguien que esconde algo», explicó. «Lo que realmente me salvó, lo que me hizo diferente, fue que podía correr», concluyó.

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