Serena Williams: 23 Grand Slams y 27 años de lucha es parte de su gran legado

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En Mi Sur Deportes le rendimos un homenaje a la más grande tenista de todos los tiempos, repasando sus números, pero sobre todo lo que le brindo al deporte.

Serena Jameka, la pequeña de las Williams, nació hace casi 41 años en el seno de una familia que se desvivió para que sus hijas pudieran ser, pese a las dificultades que vivieron en sus inicios, por su raza y condición, tenistas profesionales.

En 27 años de competición, Serena Williams ha conseguido 73 títulos, entre ellos 23 del Grand Slam en individuales y 14 en dobles con su inseparable hermana, por la que todos apostaron antes que por ella. Es la única tenista que ha completado el Golden Slam, los cuatro grandes y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, en individuales y dobles además, aunque no en el mismo año.

Se sobrepuso a duros reveses, como la muerte a tiros de su hermana mayor. Rebelde, tuvo sonoros enfrentamientos con los jueces en las pistas de tenis. Con su fuerza, abrió un mundo de posibilidades para todos con un lema: se puede triunfar siendo uno mismo.

Hoy es un día un poco peor para el mundo del tenis. Cuesta despedir a aquellas personas con las que has crecido, como si ambos os acompañáseis en un viaje sin igual por las profundidades del deporte más bonito del mundo. Algunas de estas figuras embellecen los símbolos y los valores del deporte, dejando su huella personal, incluso, más allá de las canchas. Serena Williams es la viva imagen de la evolución. Por ella han pasado diferentes épocas en el circuito WTA, mientras una constante se mantenía: el grito, prácticamente liberatorio, de una mujer que rompió barreras y superó opresiones para alcanzar la cima, para tocar con sus dedos la gloria. Su entrada al Olimpo del tenis fue tan salvaje como su primera incursión en el terreno de las campeonas, allá por 1999.

La comunidad afroamericana siempre busca entre los suyos espejos e ídolos en los que verse reflejados. Personas que les hagan sentirse campeones, sin indagar en la cuestión racial, una parte de la ecuación que no se puede erradicar en los Estados Unidos de hoy… y de hace varias décadas. Coco Gauff, por ejemplo, pegaba pósters de Serena en su habitación. Miren dónde está ahora. Porque hablar de Serena no tiene por qué significar hablar de números. Les añado, de hecho, que es la cuestión menos importante. Su primer rasgo absolutamente transgresor es el de hacer historia apareciendo absolutamente de la nada. Surgir en Compton, con la fé de un padre enamorado de la competición y de sus niñas, y derribar barreras a base de portazos, no está al alcance de cualquiera.

En los circuitos más precoces de Estados Unidos, muchas madres y jugadores alucinaban con la fuerza de Serena. El tenis femenino no veía figuras que descosieran la bola por defecto. El patrón de Serena se alejaba de la sutileza de las Steffi Graf o Monica Seles. Hacía suya una cualidad, la fuerza más bruta, reservada únicamente a los hombres, capaces de sacar a más de 200 km/h y finalizar los puntos en un santiamén. Serena rompía y rompió moldes. Convirtió su tenis en una máquina perfecta diseñada para aniquilar la competición. Tantos poderes, claro, conllevan una responsabilidad: la máquina solo funciona si su dueño sabe amaestrarla. Y no siempre lo consiguió.

Nacer y crecer con algo que demostrar, cargar con el peso de una comunidad oprimida y granjearse un espacio que no gustaba a dirigentes y torneos. La inevitable carga sobre los hombros de Serena ha hecho aguas en varias ocasiones. No existen tal cosa como los héroes o heroínas en este mundo: incluso Serena Williams, que hizo pensar que sí existían a miles de niñas afroamericanas, también mostraba su lado más humano. El de acumular toda esa rabia interna y canalizarla de la peor forma posible. Sus malos tratos a jueces de línea le generaron polémicas que muchos tardaron en olvidar, como si lo gris fuese una nube que siempre eclipsaba el innegable legado de Williams. Ella cargó con sus cruces mucho más que otros tantos.

Eso solo la hizo buscar aún más motivación. Motivación para desafiar, en edad de mayor madurez, la noción de que un deportista debe limitarse al deporte. Motivación para boicotear uno de los torneos más prestigiosos del mundo en base a un lamentable episodio de racismo, intolerable a todas luces. Madurez para demostrar que el perdón y las segundas oportunidades también existen, si bien necesitas de años para que lleguen de forma natural y no forzada. Motivación para convertirse en su propia marca personal, más allá de los dictados y de las normas de jefes de torneos que jamás hicieron lo que ella ha hecho por el tenis. Motivación para buscar la gloria eterna después de ser madre, como si no hubiese tenido fronteras suficientes que romper.

Los números, las cifras o el dinero. Utilizar las estadísticas para justificar la presencia de Serena en lo más alto sería una torpe manera de subestimar su impacto en el deporte y en la sociedad. Todo el mundo conoce a Serena Williams. Sabe cuál es su aspecto, su semblante serio antes de cada resto, sus celebraciones dando saltos en una pista rendida a ella, sus gritos en cada punto importante. Pero todo ello es imposible de entender sin el contexto necesario: cada grito era de liberación ante los prejuicios raciales, cada salto tras un título una manera de hacerse más grande frente a los mandatarios de cada torneo, cada semblante serio antes de un punto importante era el reflejo de un padre con un sueño y la responsabilidad de hacer ese sueño extensible a su hermana, Venus.

Serena es solamente una niña de Compton. Serena es solamente una hermana. Serena es solamente una hija. Serena es solamente una madre. La madre de Olympia. «Del Olimpo». Su hija, la que llevó con ella en su último Grand Slam, viene de un Olimpo construido ladrillo a ladrillo por una competidora incansable, una mujer que ha reflejado su vida a través de su estilismo, de su aspecto, de su tenis, de sus declaraciones, de sus desafíos, de sus anhelos en la etapa final de su carrera. Jamás necesitará ganar el 24º Grand Slam para que otras jugadoras derriben ese Olimpo: si dentro de la pista cambió el tenis y lo hizo más potente, fuera de ella también mejoró a su comunidad y dio forma a una estirpe de jugadoras que crecieron idolatrándola. El mundo entero la ha despedido, damos algunos ejemplos:

Si hay algo que se puede decir de la carrera de Serena Williams es que sus datos y sus estadísticas quedan eclipsados por el enorme legado y la grandeza que le ha acompañado fuera de la pista. Sin embargo, detenerse fijamente en los números de la estadounidense puede llegar a marear. Sus registros la elevan a una categoría suprema, a un pedestal al que muy pocas jugadoras podrán acercarse. En el día de su despedida, tras caer ante Ajla Tomljanovic en tercera ronda del US Open 2022, éstos son solo algunos de los números y de los récords que Serena Williams deja en el mundo del tenis:

23 Grand Slams en individuales: 7 Open de Australia (récord absoluto), 7 Wimbledon, 6 US Open (récord compartido con Chris Evert), 3 Roland Garros

13 Grand Slams en dobles: 6 Wimbledon, 4 Open de Australia, 2 US Open, 2 Roland Garros

2 Grand Slams en dobles mixto: 1 Wimbledon, 1 US Open

4 Oros Olímpicos (3 en dobles, 1 en individual)

5 WTA Finals

73 títulos WTA (5º en la clasificación histórica)

84,8% porcentaje de victorias

Más de 94 millones en premios (1º en toda la historia)

319 semanas como número uno

367 victorias en Grand Slam (1º en toda la historia)

Única mujer en toda la historia en ganar al menos 6 veces en tres de los cuatro Grand Slam

Única en toda la historia (tanto en el tenis masculino como en el femenino) en completar el «Career Golden Slam» tanto en individuales como en dobles

Única en toda la historia en conquistar un título en 4 décadas diferentes (tanto en el tenis masculino como en el femenino, Open Era)

Incluso para quien jamás fue fan de Serena Williams, es imposible obviar la grandeza. Serena Williams siempre podrá presumir de que la grandeza en ella es tan reconocible como en cualquier otra leyenda. Aunque leyenda, claro, sería quedarse corto: transgresora, madre, ejemplo. Gracias, Serena.

Nike lo ha vuelto a hacer. La empresa norteamericana es experta en despedir como se merecen a muchos de nuestros ídolos, pero con Serena Williams han vuelto a dar con la tecla. Durante la madrugada de ayer difundieron un homenaje a la altura de las circunstancias, un vídeo que sella una de las uniones más icónicas de las últimas décadas, la del gigante textil con la ganadora de 23 Grand Slams. En él destacan la esencia de Williams, inalterable con el paso del tiempo, dando un repaso por toda su historia, desde sus orígenes en Compton hasta sus grandes victorias en las mayores plazas del mundo. Pasen y vean, porque a buen seguro que no tiene desperdicio.

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